Me pido una emoción

Ayer me topé con este cartel en pleno centro de Barcelona...

“No puedes ir al súper y comprarte una emoción”. Me llegó al alma. Una compañera de trabajo me espetó esta frase justo antes de entrar en una reunión vespertina. Ella hablaba de la emoción que te regalan las miradas encontradas, las caricias que te ponen la piel de gallina, el roce con su pierna en mitad de la noche, el sabor del primer beso que diste de puntillas con las mejillas sonrojadas, ese chat inesperado o desesperado que, de repente, te da la vida…

¡Quiero un beso! ¿Pero de qué sabor?

Se acerca la Noche Buena. Todos corremos a por los “dichosos” regalos de amigo invisible, mientras intentamos averiguar con qué sorprender este año a papá y a mamá. ¿Acertaré con una fragancia de Francis Kurkdjian? ¿O mejor  una libreta de piel Smythson? Esto de la Navidad se convierte en un rompe cabezas que, muchas veces, nos chupa la sangre y la energía.

Libreta de piel SMYTHSON para apuntar los propósitos de 2012. La encontrarás en Santa Eulalia (Paseo de Gracia, 93. Barcelona)

El perfumista Francis Kurkdjian

Lo sé. Estoy siendo algo irónica y pesimista. ¿Algo? Quizá mucho. Pero es que así es parte de la Navidad. La otra cara de la moneda habla de Fe, reencuentros en el aeropuerto, reuniones familiares, turrón de yema, brillo en ojos infantiles, horas en vela la víspera de Reyes, y calles iluminadas (unas con más gusto que otras).

Acabo de comprar en La Biondina (Amigó, 46. Barcelona) estos dos corazones a modo de adorno ¿navideño?

Confieso que antes odiaba la Navidad. Tuve un novio a quien se le ocurrió la genial idea de dejarme en estas fechas. Me pasé las fiestas llorando en el cuarto de baño como una magdalena. Con el tiempo, y gracias a Dios, he ido abandonando las camisas Ralph Lauren atadas hasta el cuello y el mal gusto por los hombres. Las circunstancias cambian, la vida pasa y nosotros nos preocupamos por el foulard que no llegamos a comprar a tiempo.

Muchos sienten la necesidad imperante de escribir mensajes que hablan de emociones sobre papel, pared... ¡todo vale!

Y tú, ¿qué pides al Rey Baltasar? Yo emociones. Para mí, para mi compañera y para todos.

Deseo que debajo del árbol de Navidad me esperen más momentos como éste. ¡Nada como la amistad!